Literatura paisa
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La novela breve como aproximación al vértigo.
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Una aproximación a la estructura
De entrada partimos del hecho de que no tenemos una definición incontrovertible de Novela Breve, o Corta, o Nouvelle en cuanto a la extensión, pues indiferentemente la limitan a 80, 100, 120 o incluso 150 páginas, sin precisar el tamaño de la letra y los espacios entre líneas. Nadie ha dictado cátedra ni ha sentado las bases unámimes e indiscutibles con respecto a su extensión, lo cual en sí mismo es un problema teórico a la hora de las definiciones académicas y al momento de diseñar sus límites y establecer sus diferencias con la novela tradicional.
Creemos que la diferencia con el cuento largo está claramente definida, por lo que consideramos un tanto estéril el eterno lugar común del ejemplo pedagógico que se invoca ante obras como “El Viejo y el Mar”, “El Coronel No Tiene Quien le Escriba” o “El Perseguidor”, que cumplen con todos los preceptos de cuento, al tener sólo uno de cada de los siguientes elementos que configuran la estructura teórica del cuento como género:
Entorno : Es único, claramente definido y limitado, con ambientes unitarios que no interactúan con otros, estrechos y de poca fuerza, la cual ceden a la acción, a los personajes o a la filosofía. En la Novela, Breve o Tradicional, el entorno casi siempre es variopinto, múltiple, salpicado de encuadres diferentes e interrelacionados, creados para darle fuerza a las otras variables. Los personajes entran y salen en distintos medios, con atmosferas cambiantes y diferentes.
Personajes: En el cuento hay un personaje principal único, fuerte, principal y muy claramente identificable. Si existen personajes secundarios, son alternativos, un tanto comodines de éste, puestos allí para su servicio, para darle fuerza a la historia o relievancia a la filosofía. El cuento por definición no admite múltiples personajes. En la Novela hay personajes principales y secundarios que se entrecruzan al vaivén de la historia.
Historia : La historia en el cuento es generalmente un argumento único, sin entremezclas, sin esguinces, con una direccionalidad muy definida, aunque el estilo sea lineal o circular, consecutivo o a intervalos. El cuento convencional no admite la conjunción de varias historias y no hay interrelación entre ellas. (Casos excepcionales de cuento experimental en Cortazar o en Benedetti, no siempre con mucha fortuna, pueden enriquecer la discusión). En la Novela, aunque hay una tendencia argumental predominante que jalona los elementos adyacentes que la alimentan, usualmente hay varias historias colaterales, paralelas o alternativas que se encargan de reforzarla.
Filosofía : En el cuento la intención es única, definida, contundente, incontaminada. La dirección filosófica debe estar muy bien definida con un componente unitario y totalizante, so pena de sufrir distractores que lo ponen grave peligro la unidad conceptual de su estructura. La novela se da el lujo de ser ecléptica, de alimentarse de variables múltiples, incluso dispersas, que giran un poco volátiles alrededor de la definición filosófica central; incluso personajes antagónicos o contradictorios pueden ser voceros de conceptualizaciones absolutamente discordantes sin perder la dirección del vector matriz.
En cuestiones de estilo, el cuento es mucho más limitado que la novela, sea breve o tradicional. Está condicionado por la fuerza de la historia o del personaje, no hay lugar a especulaciones, no puede faltar ni sobrar ningún elemento; cada metafora, cada adjetivo, cada acción y cada definición deben obedecer a una intención precisa, que encaje perfectamente con el elemento que la precede y que la sucede. Si no se complen esas premisas, la estructura falla, la intención fracasa, se hace fácilmente cojo y carente, o recargado y redundante. La novela es mucho más amplia y receptiva; admite conjunción de estilos, desborde de posibilidades, combinación de recursos. El autor y el lector tienen mucha más libertad, más juego, menos límites. El error por exceso, desde que no sea garrafal y no atente contra los preceptos mínimamente razonables se puede obviar o diluir en la vastedad, y el que es por defecto, se puede compensar con la fuerza de un argumento, de una historia, de una frase, de un hallazgo. Del equilibrio de estos dos últimos conceptos, depende obviamente la calidad de la obra, pues no se puede abusar de ninguno de los dos extremos. En ese sentido la novela es un poco más laxa y el cuento, inflexible.
El Vértigo como opción y motivación
En los preámbulos de éste encuentro académico sobre la Novela Breve que nos congrega en el lanzamiento de los finalistas del Concurso Alvaro Cepeda Samudio convocado por Sic Editorial, conversábamos con otros escritores aquí reunidos sobre el auge que está tomando la narrativa en los jóvenes escritores colombianos y particularmente, en nuestra región antioqueña, donde es prácticamente un fenómeno masivo; de hecho, tiene que llamar la atención que de diez finalistas de todo el país, tres son de Medellín, que además en una convocatoria reciente de cuento antioqueño realizada por la Gobernación, se presentaron más de ochocientos cuentos en poco más de un mes.
Lo que pasa es que venimos de una ciudad marcada por el ritmo frenético que impone la violencia, que nos cambió el talante para siempre y nos talló el espíritu cambiándonos la forma de ver la vida. Acaso tambien robándonos un poco la inocencia, pero sometiéndonos al vaivén sin freno del día a día. Y no trato de revindicar el lugar común del tan carareado “empuje paisa”, que puede o no tener algo que ver con ello, sino con toda una generación que creció paralela al narcotráfico, a la delincuencia, al convivir diariamente con la muerte y la violencia, en un entorno que con justicia ya se conoce como “La ciudad de la Furia”.
Una ciudad profundamente marcada por la crónica, por la tradición oral fuertemente reforzada desde la familia, con una necesidad de contar historias en todos los ámbitos de la cotidianidad, bien sea para hacer negocios, para ejercer la política, para matar el tiempo, para fanfarronear, para vender, para hacer reir o para enamorar. Además el ritmo loco de nuestra ciudad nos llena de relatos que nos abruman a diario y que a los de otras ciudades los asombran por lo increíbles o aún por lo francamente inverosímiles para ellos, por no estar enseñados a vivirlas.
Porque somos la sumatoria de mil anécdotas diarias, recurrentes y contradictorias, de vidas truncadas muchas veces sin justificación o sin razón aparente, sumida en hechos de violencia extrema, de ingeniosas modalidades delictivas, de los pillos más malos y las almas más generosas, de los pobres más vergonzantes e indigentes y de las fortunas más estrafalarias, de la ciudad con mayor numero de muertes violentas en el mundo, de los hospitales con más casos de heridos y accidentados que hace que vengan practicantes de medicina de todo el mundo a rotar por aquí, de las modelos más lindas y exitosas y los barrios más marginales y pauperizados. Así como hay cientos de sicarios, hay cientos de seminaristas y miles de damas voluntarias. Somos una ciudad de extremos; no hay puntos medios y eso se nota en las voces, en los cuentos, en las historias, en ese ritmo loco para inventar leyendas urbanas, para poner a rodar un chisme, para ensalzar a un político, o para acabar con una honra. Y la gente trabaja y se la rebusca y se ríe de sí misma, y conversa y escribe. Aquí todo da tema. Distamos mucho de ser una ciudad intermedia tranquila y reposada en donde todos se mueren de viejos y no hay espacios para las sacudidas o para los movimientos bruscos de la rutina.
Y eso se nota en el movimiento cultural, en los grupos de teatro, en la cantidad de agrupaciones musicales aficionadas, en el festival de poesía pluricultural y masivo, en las salas de cine a reventar, en las revistas literarias, en los talleres de creación, en los tertuliaderos, en los conversatorios. Y la gente está escribiendo, está creando, se está defendiendo un poco de la malevolencia reivindicando el espíritu, documentando la memoria urbana, dejando constancia de la lucha por la supervivencia en la recuperación escrita de la evidencia de la época en que nos tocó vivir. Y ante lo contundente del ritmo urbano y lo vertiginoso del quehacer en el arte de conservar la vida y sobrellevar la existencia, se imponen como armas el humor, la narración corta, entretenida y eficaz, el picante, la caricaturización del hecho cotidiano.
Por eso hoy al presentar mi novela breve “LOS CIRCULOS PERPETUOS”, trato de ser un poco el reflejo de todo lo que anteriormente expuse ante la paciencia y generosidad de ustedes. Hechos dolorosos y contundentes, en un ciudad que sobrevive a un ritmo sin pausa, con personajes contradictorios y conflictivos que se rozan una y otra vez, a veces sin conocerse, pero interactuando en la dinámica de una urbe que no se detiene nunca, protegidos de su propia desventura con el humor, con las obsesiones, con el odio, con el amor, con las pasiones, con el deseo de venganza, etc. Actualmente estamos en proceso de editar su tercera edición, adelantando que es un ángulo en un tríptico de ciudad, que tentativamente hemos llamado “CRONICAS DE LA CIUDAD DE LA FURIA”. Muchas gracias.
- CODA: Para adentrarse un poco más en lecturas sobre el tema tratado, propongo algunos textos:
El ejercicio del criterio, de Mario Benedetti. Sentir que es un soplo la vida, de Juan José Hoyos. De tacón en la pared, de Adriana Mejía. Medellín secreto y Oficio : Periodista, de Héctor Rincón Medellín es así, de Ricardo Aricapa. La Vírgen de los sicarios, El Desbarrancadero y El Río del Tiempo, de Fernando Vallejo. Rosario Tijeras, de Jorge Franco. Angosta, de Héctor Abad Facioloince. Mentirás al prójimo como a ti mismo, de Esteban Carlos Mejía.
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Citar este artículo
Restrepo Baena, Emilio Alberto, Literatura paisa (intervención en el coloquio sobre Novela Breve,
convocado por Sic Editores, en mayo 1 de 2004,
Feria del Libro de Bogotá),
en Wikipaisa (+enlace), Medellín (+fecha).